ORDENACIÓN DIACONAL
SEM. DANIEL DE JESÚS VELÁZQUEZ
SEM. DANIEL DE JESÚS VELÁZQUEZ
PRESIDIDA POR
S.E.R MONS SAHID PRADO
ARZOBISPO METROPOLITANO DE LEÓN
XXII • X • MMXXIV
RITOS INICIALES
CANTO DE ENTRADA
(Rey y Sacerdote - P. Martins)
JESUCRISTO, HAZ DE NOSOTROS UN PUEBLO SACERDOTAL
PARA DIOS, NUESTRO PADRE.
A ÉL LA GLORIA Y EL PODER POR LOS SIGLOS.
1. Hoy te cantamos, oh Hijo Predilecto del Padre,
hoy te alabamos, Ciencia eterna y Verbo de Dios.
Hoy te cantamos Hijo de María, la Virgen,
hoy te alabamos, Cristo nuestro hermano y nuestro Salvador.
A ÉL LA GLORIA Y EL PODER POR LOS SIGLOS. ℟.
2. Hoy te cantamos, Luz de esplendor eterno,
hoy te alabamos, Estrella de la mañana que anuncia el día.
Hoy te cantamos, Mesías esperado por los pobres,
hoy te alabamos, oh Cristo nuestro Rey y Príncipe de la paz.
A ÉL LA GLORIA Y EL PODER POR LOS SIGLOS. ℟.
3. Hoy te cantamos, Cordero de la Pascua eterna,
hoy te alabamos, víctima inmolada por nuestros pecados.
Hoy te cantamos, Cristo salvador inmortal,
hoy te alabamos, por tu muerte y resurrección.
A ÉL LA GLORIA Y EL PODER POR LOS SIGLOS. ℟.
4. Hoy te cantamos, mediador entre Dios y los hombres,
hoy te alabamos, oh Ruta viviente del cielo.
Hoy te cantamos, Sacerdote de la Nueva Alianza,
hoy te alabamos, Tú eres nuestra paz por la sangre de la cruz.
A ÉL LA GLORIA Y EL PODER POR LOS SIGLOS. ℟.
Terminado el canto de entrada, el sacerdote y los fieles, de pie, se santiguan con la señal de la cruz, mientras el Arzobispo, vuelto hacia el pueblo, dice:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
℟. Amén.
La paz esté con ustedes.
℟. Y con tu espíritu.
ACTO PENITENCIAL
A continuación se hace el acto penitencial, al que el Arzobispo invita a los fieles, diciendo:
Al comenzar esta celebración eucarística, pidamos a Dios que nos conceda la conversión de nuestros corazones; así obtendremos la reconciliación y se acrecentará nuestra comunión con Dios y con nuestros hermanos.
Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante ustedes, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión.
Y, golpeándose el pecho, dicen:
Por mi culpa, por mi culpa, por mí gran culpa.
Luego, prosiguen:
Por eso ruego a santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos, que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.
Sigue la absolución del Arzobispo:
Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
℟. Amén.
SEÑOR, TEN PIEDAD(E. Vaca)
Señor, Ten piedad de nosotros.
Señor, Ten piedad de nosotros.
Cristo, Ten piedad de nosotros.
Cristo, Ten piedad de nosotros.
Señor, Ten piedad de nosotros.
Señor, Ten piedad de nosotros.
(B. Rangel)
GLORIA A DIOS EN EL CIELO,
Y EN LA TIERRA PAZ A LOS HOMBRES
QUE AMA EL SEÑOR.
1. Por tu inmensa gloria te alabamos,
te bendecimos,
te adoramos,
te glorificamos,
te damos gracias,
Señor Dios, Rey celestial,
Dios Padre todopoderoso.
2. Señor, Hijo único, Jesucristo;
Señor Dios, Cordero de Dios,
Hijo del Padre;
Tú que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros;
tú que quitas el pecado del mundo,
atiende nuestra súplica;
tú que estás sentado a la derecha del Padre,
ten piedad de nosotros; ℟.
3. Porque sólo tú eres Santo,
sólo tú Señor,
sólo tú Altísimo, Jesucristo,
con el Espíritu Santo
en la gloria de Dios Padre. ℟.
AMÉN.
ORACIÓN COLECTA
Oremos: Oh, Dios, que enseñaste a los ministros de tu Iglesia a servir a los hermanos y no a ser servidos, concede a este siervo tuyo, que te has dignado elegir hoy para el ministerio diaconal, competencia en la acción, perseverancia en la plegaria y mansedumbre en el servicio. Por nuestro Señor Jesucristo.
℟. Amén.
LITURGIA DE LA PALABRAPRIMERA LECTURA
(Núm 3, 5-9)
Pondrás a la tribu de Leví para servir al sacerdote Aarón
Lectura del libro de los Números.
El Señor dijo a Moisés:
Manda a la tribu de Leví que se acerque, y tú la pondrás a disposición del sacerdote Aarón, para servirlo. Ellos realizarán tareas para él y para toda la comunidad de Israel, delante de la Carpa del Encuentro, encargándose del servicio de la Morada. Tendrán a su cargo todo el mobiliario de la Carpa del Encuentro y realizarán tareas para los israelitas, encargándose del servicio de la Morada. Tu pondrás a los levitas a las órdenes de Aarón y de sus hijos: así ellos estarán dedicados a él exclusivamente, de parte de los israelitas.
Palabra de Dios.
R/. Te alabamos Señor.
(Sal 88, 21-22. 25. 27.)
R. ¡Cantaré eternamente tus misericordias, Señor!
«Encontré a David, mi servidor,
y lo ungí con el óleo sagrado,
para que mi mano esté siempre con él
y mi brazo lo haga poderoso. R.
Mi fidelidad y mi amor lo acompañarán,
su poder crecerá a causa de mi Nombre:
El me dirá: "Tú eres mi padre, mi Dios, mi Roca salvadora".» R.
(Tim 3, 8-10. 12-13)
Que conserven el misterio de la fe con una conciencia pura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a Timoteo.
Los diáconos deben ser hombres respetables, de una sola palabra, moderados en el uso del vino y enemigos de ganancias deshonestas. Que conserven el misterio de la fe con una conciencia pura. Primero se los pondrá a prueba, y luego, si no hay nada que reprocharles, se los admitirá al diaconado.
Los diáconos deberán ser hombres casados una sola vez, que gobiernen bien a sus hijos y su propia casa. Los que desempeñan bien su ministerio se hacen merecedores de honra y alcanzan una gran firmeza en la fe de Jesucristo.
Palabra del Dios.
R/. Te alabamos Señor.
EVANGELIO(Jn 15, 9-17)
No son ustedes los que me eligieron a mí,
sino Yo el que los elegí a ustedes.
El señor esté con ustedes.
R/. Y con tu espíritu
✠ Proclamación del Santo Evangelio según san Juan.
R/. Gloria a ti, Señor.
Jesús dijo a sus discípulos:
«Como el Padre me amó, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo cumplí los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Les he dicho esto para que mi gozo sea el de ustedes, y ese gozo sea perfecto.
Este es mi mandamiento: Amense los unos a los otros, como yo los he amado. No hay amor más grande que dar la vida por los amigos. Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando. Ya no los llamo servidores, porque el servidor ignora lo que hace su señor; yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre.
No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero. Así todo lo que pidan al Padre en mi Nombre, él se lo concederá.
Lo que yo les mando es que se amen los unos a los otros.
Palabra del Señor.
R/. Gloria a ti Señor Jesús.
LITURGIA DE ORDENACIÓN
Comienza después la Ordenación de diáconos. El Arzobispo se acerca, si es necesario, a la sede preparada para la Ordenación, y se hace la presentación del candidato.
El ordenando es llamado por el diácono de la forma siguiente:
Acérquese el que va a ser ordenado diácono.
E inmediatamente lo nombra; y el llamado dice:
Presente.
Y se acerca al Arzobispo, a quien hace una reverencia.
Permaneciendo el ordenando en pie ante el Arzobispo, un presbítero designado por el Arzobispo dice:
Reverendísimo Padre, la santa Madre Iglesia pide que ordenes diácono a este hermano nuestro.
El Arzbispo le pregunta:
¿Sabes si es digno?
Y él responde:
Según el parecer de quienes lo presentan, después de consultar al pueblo cristiano, doy testimonio de que ha sido considerado digno.
El Arzobispo:
Con el auxilio de Dios y de Jesucristo, nuestro Salvador, elegimos a este hermano nuestro para el Orden de los diáconos.
Todos dicen:
Demos gracias a Dios.
Seguidamente, estando todos sentados, el Arzobispo hace la homilía, en la que, partiendo del texto de las lecturas proclamadas en la liturgia de la palabra, habla al pueblo y al elegido sobre el ministerio de los diáconos, habida cuenta de la condición del ordenando, según se trate de un elegido casado o de un elegido no casado.
PROMESA DEL ELEGIDO
Después de la homilía, solamente se levantan el elegido y se pone de pie ante el Arzobispo, quien lo interroga con estas palabras:
Querido hijo: Antes de entrar en el Orden de los diáconos debes manifestar ante el pueblo tu voluntad de recibir este ministerio.
¿Quieres consagrarte al servicio de la Iglesia por la imposición de mis manos y la gracia del Espíritu Santo?
El elegido responde:
Si, quiero.
El Arzobispo:
¿Quieres desempeñar, con humildad y amor, el ministerio de diácono como colaborador del Orden sacerdotal y en bien del pueblo cristiano?
El elegido:
Si, quiero.
El Arzbispo:
¿Quieres vivir el misterio de la fe con alma limpia, como dice el Apóstol, y de palabra y obra proclamar esta fe, según el Evangelio y la tradición de la Iglesia?
El elegido:
Si, quiero.
El Arzobispo:
¿Quieres, como signo de tu consagración a Cristo, observar durante toda la vida el celibato por causa del Reino de los cielos y para servicio de Dios y de los hombres?
El elegido:
Sí, lo prometo.
El Arzobispo:
¿Quieres conservar y acrecentar el espíritu de oración, tal como corresponde a tu género de vida y, fiel a este espíritu, celebrar la Liturgia de las Horas, según tu condición, junto con el pueblo de Dios y en beneficio suyo y de todo mundo?
El elegido:
Sí, quiero.
El Arzobispo:
¿Quieres imitar siempre en tu vida el ejemplo de Cristo, cuyo Cuerpo y Sangre servirás con tus manos?
El elegido:
Si, quiero, con la ayuda de Dios.
Seguidamente, el elegido se acerca al Arzobispo y, de rodillas ante él, pone sus manos juntas entre las manos del Arzobispo, a no ser que, según la Introducción general, número 11, se hubiere establecido otra cosa.
El Arzobispo interroga al elegido, diciendo:
¿Prometes respeto y obediencia a mí y a mis sucesores?
El elegido.
Si ,prometo.
El Arzobispo concluye siempre:
Dios, que comenzó en ti la obra buena, él mismo la lleve a término.
Seguidamente. todos se levantan. El Obispo, dejando la mitra, de pie, con las manos juntas y de cara al pueble, hace la invitación:
Oremos, hermanos, a Dios Padre todopoderoso,para que derrame bondadosamente la gracia de su bendición dobre este siervo suyo que has llamado al Orden de los diáconos.
Entonces el elegido se postra en tierra y se cantan las letanias, respondiendo todos; en los domingos y durante el Tiempo Pascual, se hace estando todos de pie, y en los demás días de rodillas, en cuyo caso el diácono dice:
Pongámonos de rodillas.
En las letanias pueden añadirse, en su lugar respectivo, otros nombres de santos, por ejemplo, del patrono, del titular de la iglesia, del fundador, del patrono de quien recibe la Ordenación, o algunas invocaciones más apropiadas a cada circunstancia.
Los cantores comienzan las letanías; las invocaciones sobre el elegido se hacen en singular.
Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros.
San Miguel, ruega por nosotros.
Santos Ángeles de Dios, rogad por nosotros.
San Juan Bautista, ruega por nosotros.
San José, ruega por nosotros.
San Pedro, ruega por nosotros.
San Pablo, ruega por nosotros.
San Andrés, ruega por nosotros.
Santiago, ruega por nosotros.
San Juan, ruega por nosotros.
Santo Tomás, ruega por nosotros.
Santiago, ruega por nosotros.
San Felipe, ruega por nosotros.
San Bartolomé, ruega por nosotros.
San Mateo, ruega por nosotros.
San Simón, ruega por nosotros.
San Tadeo, ruega por nosotros.
San Matías, ruega por nosotros.
Santa María Magdalena, ruega por nosotros.
San Esteban, ruega por nosotros.
San Ignacio de Antioquía, ruega por nosotros.
San Lorenzo, ruega por nosotros.
Santas Perpetua y Felicidad, rogad por nosotros.
Santa Inés, ruega por nosotros.
San Gregorio, ruega por nosotros.
San Agustín, ruega por nosotros.
San Atanasio, ruega por nosotros.
San Basilio, ruega por nosotros.
San Martín, ruega por nosotros.
San Benito, ruega por nosotros.
Santos Francisco y Domingo, rogad por nosotros.
San Francisco Javier, ruega por nosotros.
San Juan María Vianney, ruega por nosotros.
Santa Catalina de Siena, ruega por nosotros.
Santa Teresa de Jesús, ruega por nosotros.
Santos y santas de Dios, rogad por nosotros.
Muéstrate propicio, líbranos, Señor.
De todo mal, líbranos, Señor.
De todo pecado, líbranos, Señor.
De la muerte eterna, líbranos, Señor.
Por tu encarnación, líbranos, Señor.
Por tu muerte y resurrección, líbranos, Señor.
Por el envío del Espíritu Santo, líbranos, Señor.
Nosotros que somos pecadores, te rogamos, óyenos.
Para que gobiernes y conserves a tu santa Iglesia, te rogamos, óyenos.
Para que asistas al Papa y a todos los miembros del clero en tu servicio santo, te rogamos, óyenos.
Para que bendigas a estos elegidos (este elegido), te rogamos, óyenos.
Para que bendigas y santifiques a estos elegidos (este elegido), te rogamos, óyenos.
Para que bendigas, santifiques y consagres a estos elegidos (este elegido), te rogamos, óyenos.
Para que concedas paz y concordia a todos los pueblos de la tierra, te rogamos, óyenos.
Para que tengas misericordia de todos los que sufren, te rogamos, óyenos.
Para que nos fortalezcas y asistas en tu servicio santo, te rogamos, óyenos.
Jesús, Hijo de Dios vivo, te rogamos, óyenos.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Concluido el canto de las letanías el Obispo, en pie y con las manos extendidas, dice:
Señor Dios, escucha nuestras súplicas y confirma con tu gracia este ministerio que realizamos: santifica con tu bendición a éste que juzgamos apto para el servicio de los santos misterios.
Por Jesucristo nuestro Señor.
R/. Amén.
El diácono, si el caso lo requiere, dice:
Pueden Levantarse.
Y todos se levantan.
El elegido se levanta, se acerca al Obispo, que está de pie delante de la sede y con mitra, y se arrodilla ante él.
El Obispo le impone en silencio las manos sobre la cabeza.
Estando el elegido arrodillado ante él, el Obispo, sin mitra, con las manos extendidas, dice la Plegaria de Ordenación:
Asístenos, Dios todopoderoso,
de quien procede toda gracia,
que estableces los ministerios
regulando sus órdenes;
inmutable en ti mismo, todo lo renuevas;
por Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro
-palabra, sabiduría y fuerza tuya-,
con providencia eterna todo lo proyectas
y concedes en cada momento cuanto conviene.
A tu Iglesia, cuerpo de Cristo,
enriquecida con dones celestes variados,
articulada con miembros distintos
y unificada en admirable estructura
por la acción del Espíritu Santo,
la haces crecer y dilatarse
como templo nuevo y grandioso.
Como un día elegiste a los levitas
para servir en el primitivo tabernáculo,
así ahora has establecido tres órdenes de ministros
encargados de tu servicio.
Así también, en los comienzos de la Iglesia,
los apóstoles de tu Hijo,
movidos por el Espíritu Santo,
eligieron, como auxiliares suyos en el ministerio cotidiano,
a siete varones acreditados ante el pueblo,
a quienes, orando e imponiéndoles las manos,
les confiaron el cuidado de los pobres,
a fin de poder ellos entregarse con mayor empeño
a la oración y a la predicación de la palabra.
Te suplicamos, Señor, que atiendas propicio
a éste tu siervo,
a quien consagramos humildemente
para el orden del diaconado
y el servicio de tu altar.
ENVÍA SOBRE ÉL, SEÑOR, EL ESPÍRITU SANTO,
PARA QUE FORTALECIDO
CON TU GRACIA DE LOS SIETE DONES,
DESEMPEÑE CON FIDELIDAD EL MINISTERIO.
Que resplandezca en él
un estilo de vida evangélica, un amor sincero,
solicitud por pobres y enfermos,
una autoridad discreta,
una pureza sin tacha
y una observancia de sus obligaciones espirituales.
Que tus mandamientos, Señor,
se vean reflejados en sus costumbres,
y que el ejemplo de su vida
suscite la imitación del pueblo santo;
que, manifestando el testimonio de su buena conciencia,
persevere firme y constante con Cristo,
de forma que, imitando en la tierra a tu Hijo
que no vino a ser servido sino a servir,
merezca reinar con él en el cielo.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo
y es Dios por los siglos de los siglos.
R. Amén.
Concluida la Plegaria de Ordenación. se sientan todos. El Obispo recibe la mitra. El ordenado se levanta, y un diacono u otro ministro le pone la estola al estilo diaconal y le viste la dalmática.
El ordenado, ya con sus vestiduras diaconales, se acerca al Arzobispo, quien entrega a aquel, ante él arrodillado, el libro de los Evangelios, diciendo:
Recibe el Evangelio de Cristo,
del cual has sido constituido mensajero;
convierte en fe viva lo que lees,
y lo que has hecho fe viva enséñalo,
y cumple aquello que has enseñado.
Finalmente, el Arzobispo besa al ordenado, diciendo:
La paz contigo.
El ordenado responde:
Y con tu espíritu.
Y lo mismo hacen todos o al menos algunos diáconos presentes.
Prosigue la Misa como de costumbre. Se dice o no el Símbolo de la fe, según las rúbricas; se omite la oración universal.
LITURGIA EUCARÍSTICA
CANTO DE OFERTORIO
(Quien nos separará - M. Frisina)
¿Quién nos separará de su amor?
La tribulación, quizás la espada
Ni muerte o vida nos separará
Del amor de Cristo, Señor
¿Quién nos separará de su bondad?
La persecución, quizás el dolor
Ningún poder nos separará
Del amor de Cristo, Señor
¿Quién nos separará de su alegría?
¿Quién podrá apartarnos de su perdón?
Nadie en el mundo nos separará
De la vida en Cristo, Señor
Inciensa las ofrendas, la cruz y el altar. Después el diácono, u otro ministro, inciensa al sacerdote y al pueblo.
Después, de pie en el centro del aftar, de cara al pueblo, extendiendo y juntando las manos, dice:
Oren, hermanos, para que este sacrificio, mío y de ustedes, Sea agradable a Dios, Padre todopoderoso.
℟. El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Luego el Sacerdote, con las manos extendidas, dice la oración sobre las ofrendas:
Oh Dios, Padre santo, cuyo Hijo quiso lavar los pies de los discípulos para darnos ejemplo, recibe los dones de nuestro servicio y haz que, al ofrecernos como oblación espiritual, nos llenemos de espíritu de humildad y de amor. Por Jesucristo, nuestro Señor.
℟. Amén.
PREFACIO DE ORDENACIONES II
Cristo fuente de todo ministerio en la Iglesia.
℣. El Señor esté con ustedes.
℟. Y con tu espíritu.
℣. Levantemos el corazón.
℟. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
℣. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
℟. Es justo y necesario.
El sacerdote prosigue el prefacio, con las manos extendidas:
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Que constituiste a tu único Hijo pontífice de la alianza nueva y eterna por la unción del Espíritu Santo, y determinaste, en tu designio salvífico, que hubiese variedad de ministerios en la Iglesia.
Él no solo confiere el honor del sacerdocio real a todo su pueblo santo, sino también, con amor de hermano, elige a hombres de este pueblo, para que, por la imposición de manos, participen de su sagrada misión.
Ellos preceden a tu pueblo santo en el amor, lo alimentan con tu palabra y lo fortalecen con los sacramentos. Ellos, al entregar su vida por ti y por la salvación de los hermanos, van configurándose a Cristo, y han de darte así testimonio constante de fidelidad y amor.
Por eso, Señor, nosotros, llenos de alegría, te aclamamos con los ángeles y con todos los santos, diciendo:
SANTO
(B. Rangel)
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
HOSANNA EN EL CIELO.
Bendito, el que viene en nombre del Señor.
HOSANNA EN EL CIELO.
PLEGARIA EUCARÍSTICA III
El Arzobispo, con las manos extendidas, dice:
CP:
Santo eres en verdad, Padre, y con razón te alaban todas tus crea turas, ya que por Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro, con la fuerza del Espíritu Santo, das vida y santificas todo, y congregas a tu pueblo sin cesar, para que ofrezca en tu honor un sacrificio sin mancha desde donde sale el sol hasta el ocaso.
Junta las manos y, manteniéndolas extendidas sobre las ofrendas, dice:
CC:
Por eso, Padre, te suplicamos que santifiques por el mismo Espíritu estos dones que hemos separado para ti,
Junta las manos y traza el signo de la cruz sobre el pan y el cáliz conjuntamente, diciendo:
de manera que se conviertan en el Cuerpo ✠ la Sangre de Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro, Junta las manos. que nos mandó celebrar estos misterios.
Porque él mismo, la noche en que iba a ser entregado,
Toma el pan y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:
tomó pan, y dando gracias te bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos.
Muestra el pan consagrado al pueblo, lo deposita luego sobre la patena y lo adora haciendo genuflexión.
Después prosigue:
Del mismo modo, acabada la cena,
Toma el cáliz y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:
tomó el cáliz, dando gracias te bendijo, y lo pasó a sus discípulos.
Muestra el cáliz al pueblo, lo deposita luego sobre el corporal y lo adora haciendo genuflexión.
Luego dice:
CP:
Éste es el Misterio de la fe. Cristo nos redimió.
℟. Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz, anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vuelvas.
Después el Arzobispo, con las manos extendidas, dice:
CC:
Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la pasión salvadora de tu Hijo, de su admirable resurrección y ascensión al cielo, mientras esperamos su venida gloriosa, te ofrecemos, en esta acción de gracias, el sacrificio vivo y santo.
Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia, y reconoce en ella la Víctima por cuya inmolación quisiste devolvernos tu amistad, para que, fortalecidos con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo y llenos de su Espíritu Santo, formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu.
C1:
Que él nos transforme en ofrenda permanente, para que gocemos de tu heredad junto con tus elegidos: con María, la Virgen Madre de Dios, su esposo san José, los apóstoles y los mártires, [san N.: santo del día o patrono] y todos los santos, por cuya intercesión confiamos obtener siempre tu ayuda.
C2:
Te pedimos, Padre, que esta Víctima de reconciliación traiga la paz y la salvación al mundo entero. Confirma en la fe y en la caridad a tu Iglesia, peregrina en la tierra: a tu servidor, el Papa Juan Pablo a nuestro Arzobispo Sahid Prado, al orden episcopal, a los presbíteros y diáconos, a este siervo tuyo que ha sido ordenado hoy ministro de la Iglesia, y a todo el pueblo redimido por ti.
Atiende los deseos y súplicas de esta familia que has congregado en tu presencia. Reúne en torno a ti, Padre misericordioso, a todos tus hijos dispersos por el mundo.
A nuestros hermanos difuntos y a cuantos murieron en tu amistad recíbelos en tu reino, donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria,
Junta las manos.
por Cristo, Señor nuestro, por quien concedes al mundo todos los bienes.
Toma la patena con el pan consagrado y el cáliz, los eleva y dice:
CP o CC:
Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.
℟. Amén.
RITO DE COMUNIÓN
Una vez depositados el cáliz y la patena sobre el altar, el Arzobispo, con las manos juntas, dice:
Llenos de alegría por ser hijos de Dios, digamos confiadamente la oración que Cristo nos enseñó:
Extiende las manos y, junto con el pueblo, continúa:
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
Solo el Arzobispo, con las manos extendidas, prosigue diciendo:
Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.
℟. Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.
Solo el Arzobispo, con las manos extendidas, prosigue diciendo:
Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: «La paz os dejo, mi paz os doy», no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad.
Junta las manos.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
℟. Amén.
El Arzobispo, vuelto hacia el pueblo, extendiendo y juntando las manos, alidde:
La paz del Señor esté siempre con ustedes.
℟. Y con tu espíritu.
Luego, si se juzga oportuno, el diácono, o el Arzobispo, añade:
Dense fraternalmente la paz.
CORDERO DE DIOS
(E. Vaca)
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
TEN PIEDAD, TEN PIEDAD DE NOSOTROS.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
TEN PIEDAD DE NOSOTROS.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
DANOS LA PAZ.
El Arzobispo hace genuflexión, toma el pan consagrado y, sosteniéndolo un poco elevado sobre la patena o sobre el cáliz, de cara al pueblo, dice con voz clara:
Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor.
℟. Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.
AMAOS
(J. Miguel Cubeles)
Como el padre me amó
Yo os he amado
Permaneced en mi amor
Permaneced en mi amor (bis)
Si guardáis mis palabras
Y como hermanos os amáis
Compartiréis con alegría
El don de la fraternidad
Si os pones en camino
Sirviendo siempre la verdad
Fruto daréis en abundancia
Mi amor se manifestara
Como el padre me amó
Yo os he amado
Permaneced en mi amor
Permaneced en mi amor (bis)
Amaos, amaos, amaos unos a otros (bis)
No veréis amor tan grande
Como aquel que os mostré
Yo doy la vida por vosotros
Amad como yo os ame
Si hacéis lo que os mando
Y os queréis de corazón
Compartiréis mi pleno gozo
De amar como el me amo
Como el padre me amó
Yo os he amado
Permaneced en mi amor
Permaneced en mi amor (bis)
Amaos, amaos, amaos unos a otros (bis)
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Luego, de pie en la cátedra, el Arzobispo, vuelto hacia el pueblo, con las manos juntas, dice:
Oremos.
Y todos, junto con el Arzobispo, oran en silencio durante unos momentos, a no ser que este silencio ya se hdya hecho antes. Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice la oración después de la Comunión:
Concede, Señor, a tus siervos, nutridos con el alimento y la bebida del cielo, que, para gloria tuya u salvación de los creyentes, sean siempre fieles ministros del Evangelio, de los sacramentos y de la caridad. Por Jesucristo, nuestro Señor.
℟. Amén.
ORACIÓN DEL AÑO SANTO JUBILAR
Todos:
Señor, a Ti elevamos nuestros corazones llenos de gratitud por la bendición de los últimos 10 años de nuestra comunidad.
Ante Ti reconocemos la importancia de este espacio virtual que une corazones, promueve amistades y fortalece lazos fraternos/ entre quienes buscan la fe.
Te pedimos, oh Señor, derrames tu gracia sobre los corazones de los jóvenes de nuestra comunidad, para que puedan discernir y abrazar generosamente las vocaciones a las que Tú los llamas, ya sea en la vida matrimonial, religiosa o laical.
Por Cristo Nuestro Señor.
℟. Amén.
RITO DE CONCLUSIÓN
BENDICIÓN
Después tiene lugar la despedida. El sacerdote, vuelto hacia el pueblo, extendiendo las manos, dice:
El Señor esté con ustedes.
℟. Y con tu espíritu.
El Arzobispo, con las manos extendidas sobre el recién ordenado y el pueblo, dice:
Inclínense para recibir la bendición.
℣. Dios, que te ha llamado para el servicio de los hombres
en su Iglesia,
te conceda una gran solicitud hacia todos,
especialmente hacia los pobres y afligidos.
℟. Amén.
℣. Él, que te ha confiado
la misión de predicar el Evangelio de Cristo,
te ayude a vivir según su palabra,
para que seas su testigo sincero y valiente.
℟. Amén.
℣. Y el que te hizo administrador de sus misterios
te conceda ser imitador de su Hijo Jesucristo
y ministro de unidad y de paz en el mundo.
℟. Amén.
Y bendice a todo el pueblo añadiendo:
℣. Y a todos ustedes, que están aqui presentes, los bendiga Dios todopoderoso, Padre ✠, Hijo ✠, y Espíritu ✠ Santo.
℟. Amén.
Luego el diácono, o el mismo Arzobispo, con las manos juntas, vuelto hacia el pueblo, dice:
Pueden ir en paz.
℟. Demos gracias a Dios.
Después el Arzobispo venera el altar con un beso, como al comienzo. Seguidamente, hecha una inclinación profunda con los ministros, se retira.
CANTO DE SALIDA
(Alma Misionera - Tocca de Asís)
1. Señor toma mi vida nueva
antes de la espera
desgaste años en mi.
Estoy dispuesto a lo que quieras
no impota lo que sea
tu llamame a servir.℟.
Llevame donde los hombres
necesiten tus palabras
necesiten mi ganas de vivir
donde falte la esperanza
donde todo sea triste
simplemente por no saber vivir.
2. Te doy mi corazon sincero
para gritar sin miedo
lo hermoso que es tu amor.
Señor tengo alma misionera
condúceme a la tierra
que tenga sed de vos.℟.
Llevame donde los hombres
necesiten tu palabras
necesiten mis ganas de vivir
donde falte la esperanza
donde todo sea triste
simplemente por saber vivir
3. Asi en marcha ire cantando
por pueblos predicando
tu grandeza señor.
Tendre mis manos sin cansancio
tu historia entre mis labios
tu fuerza en la oracion.℟.
Llevame donde los hombres
necesiten tus palabras
necesiten mis ganas de vivir
donde falte la esperanza
donde todo sea triste
simplemente por saber vivir.
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